Oblígame by Lee Child

Oblígame by Lee Child

autor:Lee Child [Child, Lee]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2015-09-08T00:00:00+00:00


TREINTA Y SEIS

La vecina era una señora educada, flaca y pálida, pero decidida. Parecía una mujer despierta. Como muchas personas de su generación, tendía a la cortesía y a no desconfiar. Eso era lo que dejaba ver, al menos. Exclusivamente por una cuestión de amabilidad, suponía Reacher.

—Vinimos a instalarle un ordenador nuevo al señor McCann —dijo él—. Pero hace mucho calor aquí arriba. Él se desmayó.

—¿Quieren que llame a una ambulancia?

—No, lo llevaremos dentro y le daremos un vaso de agua.

—No sería ningún problema.

—Señora, es un tema del seguro. Trabaja de manera independiente. Es duro. La cantidad que tiene que pagar antes de estar cubierto es demasiado alta. No quiere una factura del hospital.

—¿Hay alguna otra cosa que pueda hacer?

—No, señora.

Reacher agarró a Hackett por debajo de los brazos y empezó a arrastrarlo hacia la habitación de McCann. Chang empujó la Ruger con el pie, discretamente, llevándola a un lugar seguro de a unos pocos centímetros por vez. La vecina empezó a cerrar su puerta, y después cambió de parecer y la abrió de nuevo, unos treinta centímetros, igual que antes, y dijo:

—Pensaba que Peter siempre se instalaba los ordenadores él mismo.

Después cerró definitivamente y el pasillo quedó en silencio.

Chang levantó la Ruger y la llevó en la mano el resto del camino. Reacher metió dentro a Hackett. Chang cerró la puerta. Hackett tenía el maxilar muy dañado. Eso seguro. Casi todos los huesos de la cara. Algún médico se dirigía hacia su tour de conferencias. Pero el tipo respiraba bastante bien. Por el momento, al menos. Hasta que varias cosas por dentro se le hincharan y se cerraran. A partir de ahí ya no se sabía.

—¿Cuándo despertará? —dijo Chang.

—No tengo ni idea —dijo Reacher—. En algún momento entre dos horas y nunca.

—Le has pegado muy fuerte.

—Él me pegó primero. Dos veces en la cabeza y una en la espalda.

—¿Estás bien?

Reacher asintió. Estaba bien. Pero no espectacular. Le dolía mucho el riñón. No se podía mover sin sentirlo. Y el golpe en la cabeza le dolía todavía más. Tenía una punzada por encima de la oreja. Había sido tremendo. Quizás el peor golpe que había recibido en su vida.

El cabezazo había sido imprudente, dadas las circunstancias.

—No podemos esperar dos horas aquí —dijo Chang—. Podría pasar cualquier cosa.

—Necesitamos encontrar a McCann, y esperar aquí es una manera tan buena como cualquier otra.

—No estás pensando —dijo ella—. ¿Te duele la cabeza?

—Todavía no. Pero me va a doler. ¿Por qué?

—¿Cómo nos encontraron?

—Supongo que este tipo nos siguió. En retrospectiva, era obvio que íbamos a empezar por la biblioteca.

—Pero después nos subimos al Town Car. Y seguimos una ruta bastante rara. Dimos vueltas por todo el vecindario, para orientarnos. No había nadie detrás de nosotros. No nos seguía nadie. No hubo manera.

—¿Cómo, entonces?

—La información que tienen de McCann es mejor que la nuestra. De alguna forma. Quizás trabajó con ellos. Tienen su dirección, por lo menos. Quizás por eso la puerta estaba sin llave. Igual que la puerta de Keever. Quizás Hackett ya ha estado aquí antes esta mañana.



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